Colau ordena el cierre del centro de extranjeros de la Zona Franca
El Ayuntamiento de Barcelona exige el cese de actividad del CIE con el argumento de que este no tiene licencia
El gobierno de la ciudad rechaza las alegaciones del Ministerio del Interior al expediente municipal
El Ayuntamiento de Barcelona ha ordenado el cese de actividad del centro de internamiento para extranjeros (CIE) de la Zona Franca, que está cerrado por reformas desde el 5 de noviembre pasado. Desde aquel día, entidades sociales e instituciones han intentado que el CIE no volviera a abrir sus puertas. El consistorio echa mano de una argucia legal para intentar lograr ese objetivo: argumenta que el centro no cuenta con una licencia de actividad y en ello basa la orden de cese emitida. El ayuntamiento también denuncia que la instalación no cumple con las normas de seguridad contra incendios.
La argucia se fraguó en el distrito de Sants-Montjuïc, que fue el que
recibió la petición de la licencia para las obras de reforma, que no
presentan mayor incidente. Pero según el consistorio, fue al
cumplimentar ese trámite cuando se descubrió que el CIE funcionaba sin
licencia de actividad. Por ello se insta a que siga cerrado. El
Ministerio del Interior, del que depende el CIE, presentó alegaciones,
que han sido rechazadas.
La decisión de vetar la reapertura del
centro ha sido comunicada este mismo miércoles a los grupos municipales
por el teniente de alcalde de de Derechos de la Ciudadanía y Diversidad,
Jaume Asens, quien como abogado ya se destacó en la lucha que entidades
sociales pero también instituciones han impulsado para que el CIE de la
Zona Franca fuera clausurado definitivamente.
OPACIDAD
Los
CIE son centros en los que se interna a los extranjeros que van a ser
expulsados a sus países de origen por residir ilegalmente en España. En
puridad, es una falta, ni siquiera un delito, pero el internamiento se
plantea como garantía de la deportación. Hasta hace muy poco, los CIE no
contaban con reglamento alguno, lo que en la práctica suponía que no
había más normas que las que dictara el director de turno. Los horarios
de visita variaban por sorpresa o las visitas se suspendían
inesperadamente por cualquier causa.
El centro de Barcelona ha
sido recurrentemente denunciado por su falta de transparencia. Lo han
hecho entidades como Tanquem els CIE, SOS Racisme y Migrastudium, que el
pasado 14 de junio se manifestaron contra la reapertura. El Ministerio
del Interior contaba con abrir por aquel entonces, pero aplazó la
decisión. Se dijo que era para evitar conflictos durante la campaña
electoral, pero las trabas legales presentadas por el ayuntamiento quizá
indujeron el aplazamiento.
CELDAS SIN LAVABOS
La
vida en el CIE, según internos que han pasado por allí, puede resultar
más inquietante que en una cárcel, en la que las normas están claras. En
los CIE nunca lo estuvieron hasta la aprobación del primer reglamento,
en el 2014. Allí conviven extranjeros que solo han cometido la falta
administrativa de residir ilegalmente en España con otros foráneos que
además acarrean delitos. Eso resulta complicado para el primer
colectivo. Aparte de los argumentos humanitarios, la efectividad de los
centros de internamiento es relativa, ya que más o menos la mitad de los
que van a parar allí no pueden ser expulsados por problemas
burocráticos durante los 60 días que, legalmente, pueden pasar allí como
máximo.
El 30 de abril del 2012, el entonces número dos de Interior, el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Ulloa, visitó el CIE de la Zona Franca.
Aunque todo parecía recién lavado, nada impidió a los periodistas
constatar obviedades como que las celdas no contaban con lavabos. Aunque
los policías negaron que fueran celdas. Las llamaban “habitaciones de
seguridad”. Aquel día, los internos fueron agrupados en el patio y
aislados por una barrera de policías para que no pudieran hablar con los
periodistas.
VIGILANCIA JUDICIAL Y TRES MUERTOS
La
situación mejoró cuando el CIE se puso bajo vigilancia judicial. De
hecho, es el juez Joaquín Aguirre, encargado de esta función, quien
incentivó las obras de reforma
al constatar, por ejemplo, que el agua de las duchas ardía o helaba con
frecuencia. También se han vivido situaciones más graves allí. En los
últimos años ha habido tres muertos en el CIE. En el 2010 un marroquí de
22 años se suicidó. En el 2012, el guineano Idrissa Diallo murió de
madrugada. No había médico para atenderlo. En el 2013, el armenio Aramis
Manukyan se ahorcó con los cordones de los zapatos.
PARLAMENT Y EL AYUNTAMIENTO
No
solo las entidades sociales han combatido el CIE, aunque es cierto que
durante mucho tiempo lo han hecho en solitario. En julio del 2015, el Parlament solicitó el cierre del CIE
en una votación en la comisión de Justícia: CiU, ERC, el PSC, ICV-EUiA y
la CUP respaldaron la exigencia. En noviembre pasado fue el
Ayuntamiento de Barcelona el que solicitó que cerrara. Y en abril
pasado, la Generalitat lo solicitó al Gobierno central.
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