En un trozo de ámbar descubren las alas de un ave que convivió con los dinosaurios:
El descubrimiento se hizo en un depósito de ámbar en Birmania, que se remonta al período Cretácico medio, donde se encontró un enorme despliegue de insectos, plantas y animales perfectamente conservados en resina fosilizada.
Cuando se reveló por primera vez que las plumas de un arcaico pájaro podían
sobrevivir a la fosilización, el mundo científico sufrió una sacudida.
Antes se pensaba que sólo los tejidos duros se podían fosilizar, pero la
evidencia fue creciendo y recopilándose gradualmente, para finalmente demostrar
que el tejido blando, como el de las alas de un pájaro –o un dinosaurio–
también podían sobrevivir por decenas de millones de años. Pero la
fosilización no es la única forma en que perdura el tejido blando.
Un nuevo artículo publicado en Nature Communications describe
el impresionante descubrimiento de dos alas de un pájaro preservadas en ámbar,
que datan de hace unos 99 millones de años. El hallazgo es muy importante,
porque la evidencia previa de alas fósiles se conserva en dos dimensiones
–debido a la naturaleza de los fósiles, y porque esta es la primera vez que el
tejido blando de las alas se encuentra íntegro.
El descubrimiento viene de un depósito de ámbar en Birmania,
que se remontan al período Cretácico medio, donde se encontró
un enorme despliegue de insectos, plantas y animales
perfectamente conservados en resina fosilizada de árboles: lagartijas enteras
detenidas en el tiempo, la eterna erección de un opilión (un arácnido) o
la evidencia de las más antiguas sociedades de hormigas encontradas hasta
ahora. Estos depósitos de ámbar siguen revelando descubrimientos cada vez más
espectaculares.
Los fósiles son sólo alas parciales, pero a partir de ellos, los
investigadores pueden saber mucho más acerca de las aves prehistóricas y su
morfología. Con este hallazgo han podido ver los primerísimos ejemplos de
folículos pilosos y plumas del Cretácico, ordenados en la estructura de un
ala. Mediante el uso de escáner de rayos X de alta resolución, los
científicos pudieron examinar la organización de los huesos en los fragmentos
de alas. Las púas de las plumas muestran que éstas estaban entretejidas, lo
que significa que el vuelo de estas aves tenía mucha fuerza; un hallazgo
consistente con otros fósiles tradicionales.
El tamaño de las alas indican claramente que pertenecían a un ejemplar
joven de un grupo extinto de pájaros conocidos como Enantiornithes, y
que eran precoces, un término que se usa para describir a las especies en que
los polluelos ya son relativamente maduros y capaces de moverse
recién salidos del huevo; diferentes de los que nacen en nidos, con los
ojos cerrados, sin desarrollo de plumaje y que requieren cuidados (llamados
artriciales).
Las impresionantes alas encontradas en la resina fósil muestran que la
mayoría de los tipos de plumas encontrados en las aves modernas, ya estaban
presentes en las de los bosques Cretácicos hace millones de años, y que incluso
tenían pigmentaciones, diseños y microestructuras similares.


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